sábado, 27 de octubre de 2007

Las mil y dos noches

Este es un cuento de un autor colombiano que me divierte mucho, El cuento es de un libro excelente que se llama Esto no es vida de Daniel Samper Pizano. A propósito, se tienen que haber leido Las mil y una noches para que entiendan el humor de la historia.


Las mil y dos noches


Pero cuando llegó la milésima primera noche, Scherezada dijo: " Mi señor: si quisieras perdonarme la vida una noche más, te contaría la historia de Saud ibn Al-Mohad y su carrera por el desierto." Aunque el gran visir habría querido poner fin a las maniobras dilatorias de Scherezada, sabía que su curiosidad era invencible. Así que, recostándose entre los cojines con la feliz expectativa de un nuevo cuento, asintió y se dispuso a escuchar la historia de Saud ibn Al-Mohad, mientras caía sobre el palacio la oscuridad.
Y Scherezada dijo:
"Muchos lunes hace que Saud ibn Al-Mohad, llamado El Vengador, trepó en su corcel blanco en el oasis de Arfet El abur y partió a correr por el desierto. Pocas horas antes había llegado a la tienda un mensajero que enviaba el Sultán de Bagdad y le había revelado al oído un recado secreto a Saub ibn Al-Mohad. Al escuchar la orden de su señor, aud se despidió adolorido de la bella Zulaima, hija del viejo Fateh Babu-Labé y esposa de Jalid Al- Basaar, quien vio, no menos adolorido, la forma tan cariñosa como la bella Zulaima se despedía de Saud y luego volvía a colocarse la túnica.
" Durante la primera semana, Saud ibn Al-Mohad cabalgó dia y noche por el desierto sin descansar, casi sin comer, y sin que su corcel pudiera reposar más que unos pocos minutos al día. Te preguntará, mi señor, cuál era el mensaje secreto que había transmitido el mensajero del califa de Bagdad a Saud El Vengador y por qué Saud se atrevía a desafiar los peligros del desierto para obedecerlo sin mas armas que su fiel daga y su impetuoso valor. Era tan secreto el mensaje, señor mio, que yo misma no podría revelarte por ahora su contenido. Pero quizás cuando termine el relato puedas saberlo."
Sintiéndose incómodo, porque volvía a adivinar las trampas que le tendía Scherezada con el suspenso de sus relatos, el gran visir cambió de posición los cojines y auntorizó a Scherezada a que continuase.
Y Scherezada dijo:
" Un año y medio después de haber partido de Arfet El Abur, Saud El Vengador se encontró con una columna de granito en medio de la soledad del desierto. Era, ya lo habraís imaginado, mi señor, la columna donde solía meditar Palemón el Estilista. Si Saud no hubiera tenido tanta prisa por llegar a Bagdad, muy bien habría podido llevar consigo la columnade granito y venderla a alguna constructora de Nabor. Pero a Saud lo asediaba enorme afán. Importante debía ser la misión secreta que le había encargado el califa."

"Fue así como Saud ibn Al- Mohad prosiguió su carrera por el desierto.¿ Cuál era el recado que lo atraía como un Imán, o incluso, como un Sultán?¿ Qué orden había recibido el avliente guerrerode la daga, que lo obligaba a marcharse hacia Bagdad?¡ Lo sabremos quizás dentro de unas horas, en la moche milésimo- segunda, porque ya despuntan los fulgores del alba!"

Pero el gran visir, que estaba fascinado con la historia de Scherezada y moría por conocer el final, le rogó con un ademán que no interrumpiera su relato.

La habilidosa Scherezada continuó entonces:
" Saud ibn Al-Mohad, a quien los nómadas admiraban por su sangre fría y su valor, prosiguió su carrera en total durante dos años, 8 meses y 27 dias. En la última jornada, el corcel no aguantó mas y reventó cuando ya se avistaban las murallas del alcánzar. Sin amilanarse, Saud ibn Al-Mohad recorrióa pie lo que le quedaba del camino. Pero ya, señor mio, se ven claras las luces del alba y debo retirarme. Esta noche , si asi lo quereis, podría continuar mi relato, a fin de saber cuál era la secreta misión que guiaba al Vengador."
No bien hubo terminado Scherezada de decir estas palabras cuando se abrieron de par en par las cortinas de la alcoba del gran visir y penetró a ella un hombre cubierto de polvo que empuñaba una daga brillante.
- No será necesario esperar otra noche- dijo el hombre-: saabrás ya mismo el secreto...
- ¡Saud ibn Al-mohad- exclamó el gran visir.
¡ El vengador!- chilló con terror Scherezada, presintiendo que iba a ocurrir.
- He venido a cumplir tu mandato, mi señor, aunque para ello haya tardado mil y una madrugadas- respondió Saud.
Y procedió a pasar a cuchillo a la embaucadora de Scherezada.

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